Gobierno

La dura pelea del gobierno por solucionar el conflicto en Aysén

Ad portas de iniciar su tercer año en el poder, la administración de Sebastián Piñera lucha por controlar un conflicto social que tiene serios riesgos de expandirse a otras zonas con problemas. La idea del Ejecutivo es no repetir los errores de Magallanes y no negociar bajo presión.

Por: | Publicado: Viernes 2 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por P. Ojeda / R. Carrasco



El round de estudio duró poco. El martes, cuando el gobierno decidió que el ministro de Energía, Rodrigo Álvarez, viajaría a enfrentar la crisis que se vive en Aysén, las primeras reacciones de los dirigentes sociales fueron positivas. Pidieron, eso sí, que el secretario de Estado llegara a la zona con medidas concretas sobre el petitorio de 11 puntos que plantearon, para así resolver de manera expedita el delicado panorama que se vive en la región por más de 15 días.

Pero el golpe al mentón que dio Álvarez al movimiento social -al condicionar el diálogo al desbloqueo permanente de las rutas- evidenció que el gobierno quiere sentar las bases de conversación privilegiando el orden público y la negociación sin presión por parte de la ciudadanía.

¿El motivo? Desde Palacio están conscientes que el modo en que el Ejecutivo enfrente la situación de Aysén marcará un precedente para el resto del país, ad portas de la posibilidad de que Talcahuano y Calama se unan al movimiento regionalista que se desató en la zona austral.

Por eso, la idea más repetida por estos días en La Moneda es que en Aysén “no estamos para jugar con el orden público y negociar bajo presión”. Eso implica, incluso, evaluar decisiones más drásticas en caso de que continúen los bloqueos y, por añadidura, el desabastecimiento, como la alternativa de aplicar la Ley de Seguridad del Estado, que está presente pero sólo como último recurso, porque la idea es no alimentar el clima de enfrentamiento.

En privado, el gobierno reconoce que no quiere repetir la experiencia del verano pasado en Magallanes cuando las autoridades locales encabezaron el diálogo con la Asamblea Ciudadana de esa región y el conflicto se escapó de control, escalando a un nivel en que el entonces ministro de Energía, Ricardo Raineri, abandonó el cargo y fue sucedido por Laurence Golborne, quien asumió como un “as bajo la manga” -con la popularidad por las nubes después del episodio de los “33“- y que logró desactivar un problema que se extendía por más de un mes, pero concediendo a los magallánicos un reajuste del gas en base al IPC y no el 16,8% en que se quería ajustar el hidrocarburo.

En esta ocasión, además, el gobierno no pretende tirar la toalla ofreciendo recursos a destajo o sin una negociación. En ese sentido, descartan entregar recursos en forma discrecional y para eso, altas fuentes de Palacio, aseguran que “no vamos a cometer el error de la gestión de (José Miguel) Insulza. En los gobiernos anteriores apagaban con recursos los conflictos y dejaron al país con un déficit de 4%”.

Por ello, la idea de enviar a Álvarez -ministro que llegó a Aysén presentándose como “magallánico” y nacido en una zona extrema- y al subsecretario Claudio Alvarado -reconocido como un buen negociador- apunta a dar fuerza a la idea de establecer una negociación franca, pero con “los pies en la tierra”.

Pese a esto, la negativa del Ejecutivo a negociar tras el ofrecimiento que hicieron los manifestantes de reducir los bloqueos a dos horas diarias, provocó que el movimiento contragolpeara y dejara en statu quo el diálogo y mantuviera los bloqueos. Ante esto, el paso siguiente de Álvarez fue dar a conocer las propuestas en materia energética por la prensa.

Pero el factor que preocupa en La Moneda y que fue motivo de una reunión no agendada ayer entre el presidente Piñera y los ministros Hinzpeter, Chadwick, Larroulet y Longueira, es el efecto futuro en la zona porque la próxima semana -cuando se retome el trabajo legislativo- existirá una presión adicional para destrabar la situación. La idea es que esto no se transforme en un espiral, justo ad portas de conmemorar dos años de gestión. Por ello, ayer se determinó que tanto el ministro Longueira como el subsecretario de Pesca, Pablo Galilea, estarán a disposición de viajar a la zona en el momento que sea necesario, mientras el Ejecutivo ya activó un plan de contingencia -instructivo incluido- para los intendentes, para alertar de cualquier situación compleja y no dejarse presionar por sectores específicos. Ahora, resta saber quién ganará la pelea y si será por puntos o por knock out.

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